La autogestión mantiene vivo al fútbol femenino en la región

Las jugadoras de Cerro Porteño participan en un entrenamiento en la Casa de la Selección, previo a la semifinal ante Ferroviaria de Brasil. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO

Las jugadoras de Cerro Porteño participan en un entrenamiento en la Casa de la Selección, previo a la semifinal ante Ferroviaria de Brasil. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO

Las jugadoras de Cerro Porteño participan en un entrenamiento en la Casa de la Selección, previo a la semifinal ante Ferroviaria de Brasil. Foto: David Paredes/ EL COMERCIO

Conseguir financiamiento y manejar un presupuesto propio se ha transformado en el principal reto del fútbol femenino en Sudamérica. La autogestión y las alianzas con instituciones amateurs permiten que esta actividad sobreviva sin que sea rentable.

Para clubes grandes y con tradición como Cerro Porteño (Paraguay) o América de Cali (Colombia), mantener una plantilla de 23 jugadoras todo el año es complicado. Sostienen su gestión con poca inversión, pero aprovechan la marca a la que representan.

“La gestión es mucho más fácil desde la estructura de un equipo profesional. Trae consigo una infraestructura, que facilita el trabajo de las deportistas y una marca que genera confianza para el hincha”, asegura Marcela Gómez, vicepresidenta del América de Cali.

Sin embargo, financiar este tipo de proyectos no es sencillo. Llevar el escudo y los colores de destacadas instituciones deportivas no es garantía para conseguir recursos.

Para la mayoría de clubes, la Copa Libertadores, que concluirá mañana en Quito, ha servido de vitrina y gancho para atraer auspiciantes.

“Las empresas aún no confían en el proyecto. Estos torneos sirven para captar recursos”, dice la dirigente.

En Cerro Porteño la historia se replica. El cuadro paraguayo aún está lejos de ser profesional. Sus jugadoras no perciben un sueldo fijo. Reciben cerca de USD 30 por partido ganado y USD 15 por empate. El ‘Ciclón’, que es uno de los más populares de Paraguay, brinda sus instalaciones para los entrenamientos y partidos.

“Dependemos del ingreso de la parte masculina. La prioridad en Cerro son los varones, porque son los que más recursos generan. A nosotras nos falta profesionalizar el fútbol desde sus bases y estructura”, asegura Ana María Cáceres, jefa de la delegación del club.

Los convenios con clubes amateurs también permiten sostener al fútbol femenino en la región. En Ecuador, uno de los casos más emblemáticos fue el de Independiente del Valle, quien estructuró su división femenina gracias a una alianza con Dragonas, de la Universidad San Francisco.

Ese modelo de gestión es igual al que utilizó Deportivo Independiente Medellín (DIM), que fue vicecampeón de Colombia, en esta temporada.

El popular cuadro paisa logró un acuerdo con Fuerzas Íntimas, la meca del fútbol colombiano durante los últimos 20 años. Esa fusión permitió que las jugadoras formadas en el club amateur salieran al fútbol profesional. Por eso, en esta edición de la Copa Libertadores, el equipo se llamó DIM Formas Íntimas.

“En Colombia, la Dimayor obligó que los equipos amateurs se fusionaran con clubes profesionales. Estas academias o canteras no pueden participar por sí solas en el campeonato”, asegura la dirigente del cuadro ‘escarlata’.

En Brasil, la estructura de los equipos profesionales es más fuerte.
Ferroviaria, finalista de esta edición de la Copa, juega en torneos estatales y nacionales femeninos desde el 2001.

Su equipo masculino, que está en la cuarta división nacional y en la primera de Sao Paulo, tiene los mismos beneficios que el femenino, que es el actual campeón brasileño.

Sus jugadoras gozan de contratos permanentes. Los partidos son televisados, por lo que el ingreso por publicidad y auspiciantes es mayor.

Corinthians, que este año fue segundo en el Brasileirao, tiene una estructura privilegiada. Su plantilla está conformada por futbolistas profesionales. Es decir, no se dedican a otra actividad que no sea jugar.

“Para muchos clubes en la región, el equipo femenino no da plata, pero da prestigio. Cuando los varones no van bien, el femenino saca la cara”, aclara Gómez.

Ese es el ejemplo del Atlético Huila, que en el torneo colombiano está en peligro de descender, pero en la Liga de mujeres llegaron a semifinales y hace un año fueron campeonas de América.

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