Andrés Muñoz va por su segunda victoria consecutiva en la categoría de peso súper ligero. Foto: Juan Pinchao para EL COMERCIO
Andrés Muñoz describe su modo de vida con la frase “doble sacrificio, doble satisfacción”. Para él, esta consigna viene dada por sus dos pasiones que conjuga en su diario vivir: el boxeo y la Policía Nacional.
Desde niño, Muñoz siempre gustó de la “fuerza y el orden”, pero también por los deportes de contacto. En su adolescencia practicó kick boxing y boxeo. Incluso realizó el servicio militar. Pero a sus 20 años decidió dar el salto a la Policía Nacional.
En 2017 la necesidad de calzarse unos guantes de boxeo hicieron que vuelva a entrenarse “fuertemente” para pelear de forma profesional. Después de dos años sus esfuerzos dieron frutos cuando debutó en su primer combate en agosto del 2019 contra Esteban Moreno, a quien derrotó por decisión mayoría.
Desde entonces combina sus labores diarias entre entrenamientos, combates y los servicios policiales. “Son dos profesiones muy riesgosas pero es lo que me gusta. Amo ser policía. Amo el boxeo”, recalca Muñoz.
Ahora, este púgil de 26 años oriundo de Quito va por su segunda victoria en el boxeo profesional en la categoría de las 140 libras, en el peso súper ligero, contra Camilo Ortiz en el evento Fuego contra Fuego organizado por CapitalBox que se desarrollará el viernes 13 de diciembre del 2019 en el excolegio Anderson, en el norte de Quito.
Su preparación está a cargo del exboxeador ecuatoriano José ‘El Alacrán’ Bone. “Él es una de las personas que más se sacrifica para la pelea que voy a tener, porque tiene que acoplarse a mis horarios. A veces entrenamos a las 4:00 o a las 22:00”.
Los entrenamientos de Muñoz se dan fuera de su horario de trabajo. Aunque en ocasiones recibe el apoyo de sus superiores para encargarse de labores que compliquen menos su profesión como púgil, siempre tiene que cumplir con sus obligaciones. A pesar de lo extenuante que esto puede resultar, “lo más complicado es el descanso. En el boxeo esto es indispensable. A veces es un poco imposible descansar lo adecuado por las dos responsabilidades”, reconoce Muñoz.
La motivación principal para que el uniformado se suba a un cuadrilátero son sus dos hijos: Carlos Andrés y Andrés Alejandro, de uno y cuatro años respectivamente. “Si yo boxeo y soy policía es porque quiero que aprendan que las cosas se ganan con sacrificio. Y uno tiene que demostrarlo con el ejemplo”. Por eso el máximo sueño que tiene este deportista no tiene que ver con sus profesiones, sino con sus hijos, a quienes aspira dejarles “un legado”.