La obra de Karl Kohn revive en Guayaquil

El edificio cuenta con 4 500 metros cuadrados de superficie útil. Los tres últimos pisos se destinaron a la biblioteca de la Universidad de las Artes. Fotos: Enrique Pesantes / CONSTRUIR.

En el año 1954 se construyó en Guayaquil el edificio Banco de Descuento, diseñado por el arquitecto checoslovaco Karl Kohn (Praga 1894 – Quito 1979). Posteriormente, la edificación pasó a ser la Superintendencia de Compañías, con varios cambios a nivel arquitectónico y de diseño.
Hoy, este tomó un nuevo sentido para dar cabida a la Biblioteca de las Artes, un espacio de la Universidad de las Artes, en el Puerto Principal. El reto esencial fue revalorizar la arquitectura original de Kohn, generando un trabajo respetuoso que rinda homenaje al gran arquitecto y su calidad de trabajo, indica Delia Kingman, quien se encargó del diseño del espacio interior.
Se trata de un diseño que retoma a la arquitectura original y, a la vez, adquiere un carácter contemporáneo que responda a las necesidades de una biblioteca universitaria. Para ello se generaron espacios amplios y abiertos, con elementos como un gran pozo de luz.
En este se propuso un puente y piso de vidrio, con el fin de generar varias sensaciones y sentidos desde la arquitectura. Además, esto permite el aislamiento del ruido que se genera desde la terraza y la planta baja.
Para Kingman, esta obra no solo consiste en asumir los criterios modernos de bibliotecología: espacios de estantería abierta, acceso abierto a libros, documentos y bancos de datos. La intención radica también en lograr un sentido de comodidad y amplitud, generando espacios que tengan condiciones óptimas para la investigación y el estudio.
“Era necesario partir de la idea de lo que constituye el arte contemporáneo, como espacio de muchos saberes y prácticas, capaz de ir más allá de los usos tradicionales de la historia del arte. Se trataba de construir un espacio capaz de incluir distintos saberes y actividades”.
La biblioteca de la Universidad de las Artes busca activar el dinamismo de prácticas culturales en la ciudad. Precisamente, para su diseñadora se trata de un reto que consiste en generar una biblioteca universitaria en pleno centro de Guayaquil, que no sea un espacio aislado y excluyente.
La planta baja, que funcionaba como una bodega e ingreso de dinero, se convirtió en un espacio abierto a la ciudad, con una biblioteca infantil, biblioteca y cafetería abierta al público, pensada para adultos mayores y espacios para propiciar actividades de música, títeres, teatro, lectura de cuentos, entre otros.
La terraza cuenta con una galería y ambientes para lectura, proyección de películas, entre otros. Todo se hizo con la intención de generar espacios culturales públicos.
También se pensó en la creación de un muro de escalada que sube por el pozo de luz para que niños y jóvenes se sientan atraídos por la biblioteca.
En los tres siguientes pisos se ubica la biblioteca de la Universidad de las Artes, con estanterías abiertas, espacios de lectura y descanso, hemeroteca, videoteca, cubículos de estudio e investigación, el archivo del diario El Telégrafo (ubicado en la antigua bóveda), todo con un mobiliario acorde con la arquitectura original.
La biblioteca se proyecta con una configuración de cinco grandes áreas, a partir de las cinco plantas planas que la componen. En total representa una superficie útil de 4 500 metros cuadrados. En este espacio se mantuvo como criterio fundamental el rescate de los materiales esenciales del edificio, buscando en todo momento una sinergia.
Se conservaron las columnas, las rejas, el mural que da a la fachada, el mármol existente en la planta principal, el hormigón, etc. Y a su vez se buscaron materiales sensibles y puros como el vidrio, capaz de generar transparencia, y la madera, para incorporar cubículos.
La iluminación natural se aprovecha al máximo, gracias a la ventanería que da a las dos fachadas del edificio, a esto se suma el domo central y el nuevo pozo de luz. Esto se combina con lámparas colgantes.
El material del mobiliario es, en su mayoría, de aglomerado con chapa de madera. Las estanterías y divisiones son flexibles, con la posibilidad de adaptarse a futuros cambios. Su diseño se proyecta desde la modulación, mediante ensambles y movilidad. La biblioteca contempla estanterías de consulta abiertas y modulares.