Me he pasado los 15 últimos años cuidando mi viejo Mercedes (que ya tenía 12 cuando lo compré) ahora tiene 27.
Siendo el auto un clásico, con más de 25-, venga un Director del SRI, que no tiene idea de lo duro que es ganarse la vida en la actividad privada (“privada” de todo apoyo público) y muy amablemente me ofrezca chatarrizarlo recibiendo como compensación USD 1 200 de parte del Estado por una máquina que aún con los años antes descritos, es mil veces superior a los desechables carritos chinos con los que pretenden inundar nuestro mercado para complacer a la extraña potencia asiática.
Permítaseme, por tanto, rechazar la “generosa” oferta del Gobierno y conservar mi flamante automóvil alemán, aunque sea guardado en un garaje (pues no le pagaré su impuesto burocrático), convencido como estoy de que más pronto que tarde vendrá un gobierno serio, respetuoso y considerado con el esforzado ciudadano de clase media que no puede adquirir un auto nuevo por el excesivo costo de los mismos en nuestro país; entonces, las aguas volverán a su cauce original.
Me pregunto, sin embargo: ¿y los organismos de defensa del consumidor, los clubes de autos clásicos, los ciudadanos afectados, dónde están?, ¿qué hacemos para parar el abuso y la prepotencia?