Las calles Vozandes y Juan Diguja se han caracterizado desde hace mucho tiempo por dar cabida a mucha gente enferma que por esta circunstancia es llevada en auto por sus familiares para recibir atención médica en centros de prestigio ubicados en la zona y que brindan el servicio de estacionamiento pero nunca es suficiente. Se impuso la ubicación de la ciclovía de casi 3 metros de ancho en estas calles, vía en la que circulan no más de 5 ciclistas al día, mientras que la circulación automotriz se ha vuelto un caos por la misma necesidad comprensible que obliga a los conductores a estacionarse temporalmente en la vía de circulación, mientras la ciclovía risiblemente está desocupada.
Hay que entender que estas dos calles están entre las avenidas América y la 10 de Agosto y por lo tanto no existe ninguna vía alternativa de estacionamiento y si se lo hace a gran distancia, quedan los autos expuestos a los amigos de lo ajeno, como ya ha sucedido. Es cierto que deberíamos optar por el uso de la bicicleta, pero esto no es posible para todos en Quito por razones como la irregularidad del suelo, por la necesidad de acarrear objetos que ponen en riesgo de sufrir asaltos, miedo a los accidentes por conductores sin conciencia, etc.
Por lo tanto seguirá imperando la necesidad de crear estacionamientos y no de quitar los pocos sitios ya existentes especialmente en sitios en cuya vecindad no hay alternativas. Sugeriría con mucho respeto, analizar la posibilidad de reducir 1,5 m una de las veredas anchas que hay en estas vías para no defraudar a los pocos ciclistas y que nuevamente se permita estacionar a los pobres familiares que traen a sus enfermos. Gracias por escuchar a los quiteños.