Los ecuatorianos estamos viviendo una aguda crisis política que se puede superar con un cambio en la conducción del gobierno. Hay la oportunidad de hacerlo si aprovechamos la segunda vuelta electoral a celebrarse el 11 de abril del presente año. No necesitamos ser héroes, sino dar nuestro voto en conciencia y con el olfato de la verdad que no viene de las cosas sino de arriba, con lo cual debemos votar por el que sea el mejor y que merezca nuestra confianza, como lo hemos hecho en otras ocasiones felices.
De acuerdo con los juristas romanos, el voto es “ intuito persone”, es decir, que es un derecho que no se puede delegar y mucho menos recibir algo a cambio por constituir un atentado a la legitimidad del Poder Público y de la propia Democracia Representativa. Si elegimos al mejor, de lo cual podemos estar seguros, lograremos un Presidente que gobierne con seriedad, con decencia y firmeza, que respete la Constitución que es la columna vertebral del Estado de Derecho, igual que la columna vertebral en el cuerpo humano, las raíces que sostienen los árboles y los muros que sostienen a los edificios; un presidente que apoye al máximo a la sociedad civil donde está el pedestal de los principios éticos, de la cultura y especialmente de la estructura económica que mueve nuestra nación hacia delante, que fomente las fuentes de trabajo que tanto necesitamos; un presidente que imitando a la primera ex ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher, haga una verdadera Revolución Conservadora, manteniendo lo bueno, abra la economía para favorecer a los sectores humanos que no están bien.
También es hora de poner freno a aquellos males que tienen a nuestra población en la inseguridad, constituidos en santuarios de truculencia. Dijo un pensador francés que para que triunfe el mal, basta que el gobierno y la gente no hagan nada; que se respete a la prensa libre que constituye el alfa y omega de la democracia.
Debemos estar seguros que el nuevo gobierno sabrá mantener la dolarización, cuyo resultado ha sido favorables para nuestro bienestar y porque todos estamos conformes, si en el futuro se quiere cambiar para regresar al sucre, tendrá que hacerlo mediante un plebiscito. En esta hora difícil que vive nuestra nación debemos saber que de los males salen los grandes bienes, si sabemos alimentar al lobo bueno y no al malo que está en nuestra vida interior, para dar nuestro voto sin dejarnos engañar como se hace a los niños, por el candidato de reconocidas convicciones éticas, democráticas, capacidad, experiencia y honestidad, estamos hablando de cuatro años de prosperidad general. Como nuestro Ecuador es de signo cristiano, empujados por el viento de Dios vamos a elegir a un presidente fuerte para un Ecuador fuerte. Debemos saber algo elemental “con poco se gana mucho y por poco se pierde mucho”. Con voz vibrante desde la distancia damos nuestro grito “que viva la patria y la democracia”.