Patronismo, paternalismo y populismo: claves de tres ecuaciones históricas que manejan la mente y comportamiento de los ecuatorianos, de las que no nos hemos liberado: patrón/sirviente, paternalismo/fidelidad y populismo/voto.
El patrón/sirviente del colonialismo, inscrito en nuestras relaciones por más de 500 años, con la explotación del chapetón al criollo, mestizo, mulato, negro e indio; el patrón le “hacía el favor” de educarlo y tomarlo en cuenta para el trabajo (encomienda, concertaje y hacienda).
Luego, en la “revolución de los criollos”, estos asumieron el poder político, los considerados inferiores nunca se liberaron y así el paternalismo del “deme haciendo el favorcito” y el “no sea malito”, con ello la conducta paternalista de quien detenta el poder, cuyas decisiones son un favor o limosna más no su obligación y, con ellas: la “palanca”, la “viveza criolla” y el “padrinazgo”, esa es la única ley, la otra deberá adaptarse a esta costumbre, por eso no hay Constitución que prevalezca.
Por último el “mestizo cacique” que salva al pobre, al indio y al indefenso con su discurso salvador y liberador -más ciertas reivindicaciones- a cambio del voto popular que garantiza el poder del populista, desde Velasco Ibarra hasta nuestros días.
Solo cuando aprendamos a reconocer y cumplir obligaciones para exigir derechos, bajo el respeto a la ley y los méritos, cambiaremos nuestra historia; mientras tanto seguiremos “cambiando todo para que nada cambie”, y las tres inefables “P”, nos seguirán conduciendo, cual sombra fatal.