La revolución ciudadana es el título que le han dado a la revolución de los tecnócratas muertos de hambre. De esa pléyade de estudiosos que, pese a sus vastos conocimientos, adquiridos muchos con fondos públicos, no habían logrado capitalizar en riqueza palpable, salvo pocos casos. Muchos de esos tecnócratas dictaminan como dogma de fe sus criterios pero no logran conducir el país a un camino de paz y progreso. Es el gasto descomunal de los recursos públicos, encontrados en la lotería del petróleo, el que le da relumbrón a un Gobierno que muestra idénticos signos de nepotismo que el del ‘dictócrata’. Este 16 de julio, reportó la prensa cómo el primito del Presidente sufrió una cornada en una tienta realizada en una propiedad en Machachi, expropiada por la AGD. Para eso sirve esta revolución, para que los ineptos tecnócratas y algunos de sus allegados puedan hacer lo que siempre quisieron y nunca pudieron. Hoy gozan de toda canonjía y se sienten todopoderosos. Que nos expliquen por qué había que internar al herido
en el hospital con otro nombre. ¿Qué quieren esconder?, ¿qué buscan evitar? La vergüenza es un artículo de lujo en la revolución ciudadana.