En tiempos de emergencia sea cual fuere la causa, realmente es muy jocoso identificar a una clase de gente (llámense ciudadanos) de esa clase que el recordado Facundo Cabral los definió con una palabra muy peculiar y que sobresalen del común de la gente, al reaccionar de manera exagerada, ante tal o cual situación de aparente riesgo y son los primeros:
Son los primeros en “vaciar los supermercados” ante tal o cual anuncio de emergencia, son los primeros en hacer colas para vaciar los tanques de los combustibles de las estaciones de servicio, los primeros en vestirse de astronautas y meterse debajo de la cama ante una crisis o problema.
Y seguro que son los mismos aquellos que también, tirados a vivísimos, tratan de sacar el mejor partido de las emergencias haciéndose contratistas del gobierno de turno y de otras entidades, no para ser útiles a los demás, sino para enriquecerse y apoderarse de los dineros del pueblo haciendo “el negocio de su vida” sin importarles el resto para nada.
De los mismos son, los que cuidan el carguito a costa de lo que sea, lo vuelven vitalicio, hereditario lo convierten en una mina robando los recursos desde adentro, a través del sindicalismo y sus inimaginables prebendas como el caso del IESS.
Y apuesto que son los mismos los que luego de jubilarse en las entidades castrenses con buenos montos y pensiones de jubilación, se enquistan nuevamente en el sector público, quitando la oportunidad a tantos y tantos jóvenes preparados de tener un empleo y condenándolos a la miseria y al desempleo.
Y finalmente son los mismos los que todo “lo arreglan “ con la justicia, y las innúmeras, tramposas e imprecisas leyes, se declaran locos, amnésicos coiman, compran, venden, manipulan a su antojo a nuestro débil sistema judicial y además, para luego de caer y ser descubiertos en el delito, recién acordarse de hacerse los “buenitos” y ofrecer la famosa cooperación eficaz, muletilla legal que les permite seguir campantes y gritar viva la fiesta, digo viva la patria.