“Características de la sociabilidad que inclina al hombre a sentirse unido a sus semejantes y cooperar con ellos”.
La inmensa mayoría de ecuatorianos, con ocasión de la transmisión del mando presidencial, al enterarnos de la invitación al presidente de Venezuela, el mismo que afortunadamente no llegó, sentimos una enorme indignación, por ese total espíritu negativo de solidaridad hacia ese pueblo hermano, por parte de entes estatales, a excepción del señor alcalde del Ilustre Municipio de Quito y unos pocos concejales, quienes valiente y frontalmente, rechazaron su presencia, pero no así, como siempre, la Asamblea Nacional y el señor ministro del Relaciones Exteriores, porque no conocen o no entienden el significado de esa palabra tan hermosa, tan simple, tan humana y tan propia para estos momentos difíciles y amargos que vive Venezuela, por la tiranía de un corrupto, violador descarado de los derechos humanos y la institucionalidad de ese país, sometiendo a su pueblo al hambre, miseria, angustia y desesperanza.
Apoyado por una gavilla de cobardes asesinos, manda a matar a los que con altura, valentía y dignidad, elevan su voz de protesta.