Para darle significado a la Navidad, entreguemos el primer lugar a Cristo, pues celebramos su nacimiento en un humilde portal de Belén; no vino en medio de riquezas, vino a cambiarnos y para poner el ejemplo optó por ser pobre, por vivir entre los pobres.
Vivimos en una sociedad consumista, pero si no tenemos suficientes recursos no participemos del consumo desmesurado: un chocolate caliente y un pedazo de pan de Pascua también constituyen una cena navideña. Si no hay para comprar ropa nueva, usemos la que conservamos en buen estado. Existen juguetes de precios bajos para los niños; las bebidas alcohólicas no producen ningún bien.
El papa Francisco en su visita a nuestro país nos recordó que hay dar a los que menos tienen. Como creyente estoy seguro de que nuestro espíritu se regocija en Jesucristo en esta Navidad, a pesar de los tiempos difíciles en que vivimos. Dios nos ha bendecido de muchas maneras a los ecuatorianos, dediquémosle nuestro viejo árbol de Navidad a Él. Ninguna dificultad puede dañar nuestra Navidad, ya que nada pude dañar a Cristo, que nos fortalece.