Comentaban nuestros abuelos y nuestros padres que allá por el año 1875, comerciantes de reliquias religiosas pasaban por Santiago de Bolívar llevando entre otras reliquias, una preciosa imagen de Jesús, quien quiso quedarse en el pueblo. Lo cierto es que al abrir el pesado bulto, los pobladores de ese entonces se encontraron con esta celestial imagen que emanaba dulces fragancias y ante el clamor de la gente enferma comenzaban a sanarse, dándole con sobrada razón el nombre de Señor de la Salud, celebrándose desde entonces cada primer y segundo domingo de julio las festividades que trascienden los linderos provinciales y por qué no decirlo, los límites patrios. Su imagen es de tamaño natural, tiene en su cabeza una corona de espinas hecha de plata dorada y perlas preciosas; en sus manos sostiene a guisa de cetro una caña, de su cuello pende una soga que recuerda a la que sirvió a la guardia para arrastrar al Nazareno hasta el calvario, tanto la soga como la caña son de plata. Santiago está incrustado, cual precioso diamante, en las rocas montañosas de la cordillera de los Andes en la provincia de Bolívar, y ahí es donde año tras año se ha ido incrementando la devoción al Señor de la Salud; miles de santiagueños y amigos de Santiago, devotos y creyentes llegan a agradecer sus favores o a implorar sus bendiciones, en una romería de más de 3 000 feligreses, desde el puente del río Chimbo hasta llegar al Santuario del Señor de la Salud, que desde 1950 luce esplendoroso con su campanario del que cuelgan dos campanas y su hermoso reloj de cuatro esferas.