La seguridad social basa su doctrina en varios principios fundamentales que es conveniente enunciarlos para comprender su filosofía y evitar la politización de los derechos sociales de las personas, la universalidad, solidaridad, integridad, sostenibilidad, unidad, oportunidad, eficacia, suficiencia, internacionalidad, igualdad, entre otros, son la base del bienestar individual y familiar de los ciudadanos.
La universalidad es un principio que permite ampliar la cobertura de la seguridad social a toda la población nacional sin discrimen de clase, labor, nivel económico, sexo, raza, religión o pensamiento político, pero así mismo implica el compromiso ineludible de su financiamiento, convirtiéndose entonces en política social que al cubrir a toda la población debe constar en el presupuesto nacional del Estado para su cabal cumplimiento.
La sostenibilidad de la seguridad social implica la aplicación y administración de estos principios impidiendo malgastar los fondos de los asegurados en frondosas plantas burocráticas o gastos superfluos a fin de priorizar pensiones jubilares, atención médica preventiva y de especialidad, medicinas y bienestar social que reducen los altos costos de la medicina curativa, la sostenibilidad compromete a que los recursos de los afiliados sean invertidos racionalmente.
En la reforma a la ley de seguridad social deben participar las instituciones prestatarias de seguridad social, empleadoras, afiliadas y jubilados. La socialización de programas de aseguramiento contributivos y no contributivos en salud y pensiones, la focalización del financiamiento y el pago de la deuda del Estado evitará politizar el derecho a la seguridad social consagrado en la Constitución.