Cómo nos duele el país, hoy dividido por odios; por políticos extremistas que le bañaron de sangre! ¡Qué Apocalipsis vivimos durante doce días de desconocida violencia que antes no habíamos visto! ¿Por qué el Ecuador tenía que vivir ésta pesadilla? Un país que era de paz, incendiado hoy en violencia. ¡Qué irrespeto a la nación por parte de malos elementos, propios ecuatorianos y extranjeros infiltrados!
¡Cómo se nos parte el alma al ver tanto destrozo de patrimoniales ciudades a manos de delincuentes! Nada de respeto a la propiedad privada, a los bienes públicos; al medioambiente nuestro. ¿Por qué las autoridades permitieron tanta violencia, ataques y saqueos de terroristas delincuentes? Una protesta indígena que se excedió en acciones, cierre de carreteras y garrote a su propio pueblo. De los delincuentes y terroristas que incendiaron instalaciones, bienes del Estado y medios de comunicación.
Días de pesadilla que aspiramos nunca se repitan; nuestro Ecuador no merece vivir en estado de guerra interna. Faltó más energía al Presidente y autoridades para enfrentar a delincuentes; instigadores extremistas, e indígenas que con sus propias manos retiraban piedras y otros objetos para usarlas en contra de policías y militares. Millones de ecuatorianos en oración suplicante a Dios encomendando a nuestra nación amada. Los corazones inmaculados de Jesús y de María salvaron al Ecuador de un caos ya incontrolable. Nunca más su nación consagrada caiga en manos del comunismo ni socialismo del siglo XXI que destruyen países, empresas e instituciones; dividen familias y amigos. Ecuador no es Cuba ni Venezuela, o Nicaragua; regímenes dictatoriales jamás en nuestra patria se instalen. ¡Cómo el corazón lleno de odio, puede destruir patrimonios de Quito Luz de América, ciudad mimada del mundo! Quienes destruyeron a Quito, sus bienes patrimoniales; sus parques y centenarios árboles deben pagar sus culpas.
El presidente Lenín Moreno, al final fue un mártir; un hombre a quien le tocó salvar la patria a tiempo. El domingo 13 de octubre, día de la Virgen de Fátima, volvió al Ecuador la paz que tanto debemos cuidar. La nación consagrada al Corazón de Jesús, no podía ser más desangrada por quienes sembraron odio.
Gustavo Ramos Mancheno