No caben dudas que vivimos siempre esperando buenas noticias, porque las malas las tenemos en los genes como herencia. Últimamente todo se ha venido abajo, y habrá ilusos a creer que se puede, sin más, pasar la página y olvidarse. Muchos, casi todos, hemos perdido confianza en las autoridades, da igual nacionales o seccionales. Pero, siempre habrá una luz al final del túnel que nos abrigue esperanzas y nos anticipe buenos deseos, como la canción: “En vida que me quisieras / de muerto ya para qué”. Pues, justamente queremos felicitar sin importar como termine, que lo realizado hasta ahora por Richard Carapaz, grande, que nos enorgullece a todos y consagrarse como el mejor; es mucho más de lo esperado, que sacarnos del anonimato en la especialidad de ciclismo. Su actuación transformarse en el elixir que el pueblo, su pueblo, lo ha saboreado con gran satisfacción en medio de sentimientos de incertidumbre y “sacar la cara”, para que su éxito se tome como suyo y gozar y llorar como desahogo a sus problemas. Ejemplo de perseverancia, constancia y de buen vivir para chicos y grandes, que han visto posible, que si se puede luchar y ganar si se tiene fe y respeto por sí mismos y los demás. Las hazañas deportivas también escriben la historia, con otros héroes necesarios basados en valores de humildad, de honestidad, de solidaridad y de conciencia colectiva. Jóvenes que renuncian a su juventud y someterse voluntariamente al sacrificio de entrenarse día a día, siendo el único sostén su familia; férrea disciplina de valorar la consecución de la meta, la más alta y una autoestima digna de encomio. Nos honran un gran número de dignos representantes en diferentes disciplinas deportivas a nivel nacional, que han puesto muy en alto al país y, por ende, a Latinoamérica. ¡Salud! Campeones.