Régimen prefabricado
Bajo el estado de propaganda, nada es espontáneo. Las sentencias, decretos, nombres de ministerios o medidas económicas son todos eslóganes prefabricados. Las leyes no las hacen los legisladores sin los publicistas oficiales asegurando la continuidad de la campaña del ‘Buen vivir’. Hasta los “insultos”, como “insolente recadero” son ensayos testeados por el Ministerio de la Propaganda entre opciones descartadas como en un comercial de TV. Se monitorea la duración de cada “campaña” con encuestas. Los publicistas del partido de la revolución están sobre funcionarios o periodistas de “medios públicos” del Gobierno, monitoreados para repetir al pie de la letra el libreto “revolucionario”. Parece ficción pero nos gobierna una agencia de publicidad.