Redistribuir la riqueza
El presidente Rafael Correa envió a la Asamblea el proyecto de Ley Orgánica para la Redistribución de la Riqueza. Tiene el carácter de urgente en materia económica. Al margen de las tres reformas a la Ley de Régimen Tributario y las 11 exenciones para el pago del impuesto sobre herencias, legados, donaciones y todo incremento patrimonial a título gratuito, sin perjuicio de su deber de declarar, lo que más llama la atención es la codicia demostrada por ciertas personas muy adineradas que se oponen a rajatabla a cualquier incremento de impuestos que beneficie al Estado. La próxima visita papal nos debe traer la ocasión para reflexionar sobre diversos temas, entre estos, la redistribución de la riqueza. San Agustín decía que las riquezas terrenas son efímeras y que hay que distribuirlas con generosidad; que las riquezas mal adquiridas engendran soberbia y un gran pecado social, y -obviamente- apartan de Dios. Triste espectáculo están dando las personas que salen con los argumentos más simplones a despotricar en contra de dicho proyecto: unas defienden sus riquezas con desesperación y egoísmo; otras que solo exhiben codicia y el afán de enriquecerse más . Que en los debates prime el equilibrio entre dejar herencia a los descendientes y a los familiares con derecho a sucesión, y a que participe el Estado -vía impuestos- para lograr una sociedad más justa.