Luego del dolor por las pérdidas humanas y materiales, llega la hora de la reconstrucción, que deberá hacerse en forma planificada y con estricto cumplimiento de normas sismorresistentes, así como de la localización de fallas geológicas para evitarlas. Es fundamental la prohibición de usar arena de la playa para fabricar el mortero; primero, por destruir el ecosistema: un crimen ambiental. Y luego por la corrosión de la sal en el hierro y la baja calidad de su mezcla con el cemento. La norma establece el uso de arena dulce.
Para recuperar el turismo, la prioridad debe ser la ejecución de obras básicas, como el tratamiento de aguas servidas, plantas potabilizadoras de agua, recolección de basura (la peor imagen es la de una playa sucia, así como la seguridad pública; es decir, lograr la certificación de playas y hoteles.
En enero, EL COMERCIO publicó una carta titulada “Vacaciones tristes en Bahía”. ¿Cuáles eran las razones o quejas? Cortes de electricidad, escasez de agua entubada, porque no es potable, calles abiertas y una polvareda infernal. Ylo peor: la inseguridad. Pero eso sí con un lindo puente, obra faraónica que se destaca en el horizonte, pero ¿qué atrae más a los turistas: el puente o las obras básicas? ¿Cuál fue el motivo de su construcción? No fue la congestión de automotores ni la cantidad de turistas o trabajadores que necesitaban pasar a la otra orilla con rapidez.
No, la verdad fue otra: restregarles en la nariz a sus rivales políticos por incapaces, es decir que esta costosa construcción, al igual que la torre de Babel, tuvo un origen mezquino, vanidoso y soberbio, asunto que se vio reflejado en unas cuantas sabatinas. Está probado, y el tiempo es el mejor testigo, que no hubo necesidad urgente.
En estos aciagos momentos, es hora de retornar a la sensatez y modestia. Por favor, olvídense de la reelección, porque el pueblo está cansado.