Queremos que Quito siga siendo la Capital Metropolitana señorial que respete las ordenanzas Municipales, aquella en la que antaño se prohibieron los pitos de aire de buses y camiones, retirando las cornetas con la energía propia de quienes hacen respetar la Ley; desgraciadamente hoy están reapareciendo. Añoramos el Quito aquel en el que se prohibió perifonear con instrumentos de barbarie vedados en todo país medianamente civilizado para evitar la violación de la privacidad que interrumpe la concentración y el trabajo intelectual. Los buscadores de chatarra han proliferado como moscas, al amparo del quemeimportismo y la indiferencia de las autoridades. Quito se está convirtiendo a pasos agigantados en un pueblo cualquiera, primitivo, tierra de nadie.
¡No Señor Alcalde, ese no es el Quito que queremos!
¿Sabía usted que el ruido incrementa el riesgo de ataque cardíaco del 60 al 200 %?