Varias noticias informan de la proliferación y gran cantidad de candidatos para las elecciones seccionales. Se ha dado amplia difusión a la inscripción de un llamativo grupo de personas vinculadas con el deporte, la prensa y la farándula. No estoy en contra del derecho de los ciudadanos, que sobre la base de sus honestas actividades y profesiones, han optado por ser elegidos a diversas dignidades populares en varias ciudades y provincias del país.
Pero, es preciso recordar que hace algún tiempo, bastantes años, primero un afamado periodista de un canal de televisión guayaquileño (aún activo); y, luego un radiodifusor de una emisora quiteña, con respaldo partidista de las organizaciones vigentes en esa época y un notable apoyo popular, fueron electos como alcaldes del puerto principal y de la capital. Vale decir que estos dos emblemáticos personajes, lamentablemente fallecieron.
El pasado reciente, de acuerdo a quienes vivimos esos años, da cuenta de sus gestiones. En el caso del primero, aún recordamos sus conflictos judiciales por el caso de la viciada contratación en la procesadora de basura, lo cual significó su destitución del cargo. En el caso del alcalde capitalino, su paso por el municipio quiteño no es de muy grata recordación, pero por otros motivos.
Con estos antecedentes, que no conocen las generaciones actuales, se hace necesario meditar el voto y las decisiones en torno a los candidatos inscritos, con la finalidad de no repetir los errores del pasado.
Enrique F. Suárez Salazar