Respeto el dolor de muchos comunistas y simpatizantes del régimen cubano que todavía quedan en nuestros países, por la muerte de Fidel Castro. Respeto incluso los homenajes póstumos exagerados que se le hace en países que nunca vivieron su gobierno. En lo personal, su muerte me es indiferente. Pero quisiera que sus muchos admiradores por lo menos utilizaran el lenguaje con propiedad. Nunca fue un “presidente” en el sentido de gobernante electo por votación directa o indirecta. Se tomó el poder al derrocar al dictador Batista, e instauró una dictadura peor, que ha durado hasta la actualidad, si bien entregó el poder a su hermano Raúl hace ya varios años, debido a su grave deterioro físico y mental. Su tiempo de duración en el poder sólo se compara con el de reyes y emperadores del pasado. Su título oficial fue “Secretario General del Partido Comunista”, el mismo título de Stalin en la ex URSS. Si bien se lo llamó “presidente” por cortesía, este título está muy alejado de la realidad.