La alternabilidad es un principio consustancial a la democracia, es no solamente saludable, sino que permite el desarrollo de nuevas figuras que con su aporte, enriquecen tanto al Estado como a otras organizaciones públicas en todos los ámbitos. En el marco de la política, basta nombrar a los Castro en Cuba, Los Kim en Corea del Norte, Putin en Rusia y otros de ese estilo para darnos cuenta que la entronización de ciertos personajes no contribuye al bienestar de sus pueblos. Ya en el ámbito menos político, es preocupante que tanto la Federación Ecuatoriana de Fútbol, como también la Cámara de Comercio de Quito, por ejemplo, no hayan renovado sus líderes en tanto tiempo. En ambos casos, al margen de otros cuestionamientos, es evidente que ciertos personajes, que pueden haber contribuido con su talento a estos entes, han pasado a convertirse en cuasi dueños. Ya se dirá que es por elección su continuo liderazgo, cierto es, igual que en Cuba también hay elecciones, pero no se cumple el sano principio de la alternabilidad que crea nuevas figuras, oxigena el desarrollo de la organización y permite juzgar la tarea cumplida por otros. Mal tufo tiene toda organización, política o pública, que tiene dirigencias permanentes que se acostumbran a dirigirlas como feudos, amén de las tentaciones del poder siempre presentes. Señores, den paso a otros, permitan que otros juzguen y si es del caso valoren lo realizado.