Nací en Unión Base, cerca de El Puyo, provincia de Pastaza. A la edad de cinco años junto con mis padres iniciamos la colonización de la zona norte de la provincia de Morona Santiago, sector Metzera, hoy Cantón Palora y desde hace veinte y cinco años estoy radicado en El Coca, provincia de Orellana, es decir soy un auténtico ciudadano amazónico, nacido en las entrañas de esta rica, misteriosa y maravillosa región de la patria; he vivido en el paraíso, ya que en mi infancia compartí con la naturaleza, jugueteaba con venados, loros, monos, guatusos, pavas del monte, paujiles, trompeteros, armadillos, en fin, con la selva en estado puro; era de fantasía recorrer el bosque y encontrarse con árboles gigantes de cedro, caoba, chuncho, guayacán, matapalos, guarumos y una infinidad de frutos silvestres. Ahora todo a cambiado, El Coca convertida en la capital petrolera del Ecuador y con la mayor explosión demográfica; el petróleo, el oro, la madera son los más apetecidos recursos de la insaciable e ilimitada ambición del ser humano y de todos los gobiernos, que todo lo destruyen, todo lo consumen, todo lo contaminan, sin detenerse a pensar ni en la herencia que vamos a dejar a nuestros hijos y sus descendientes; es por esto que escribo esta carta a EL COMERCIO, ya que para ser escuchado no tengo otra alternativa, !por favor gobernantes de turno paren la destrucción de el último paraíso que nos queda, mañana será muy tarde! Crear una ley similar a la existente en Las Galápagos para no terminar de destruirla le haría muy bien a nuestra amazonia ecuatoriana. Ya es hora de limitar la presencia destructiva del ser humano y parar la colonización en esta región, créanme, nuestros descendientes nos lo agradecerán.