La mutua sospecha entre la gente y sus líderes políticos se evidencia por los sentimientos de desconfianza de los ciudadanos hacia algunos líderes y por la postura paranoide adoptada por ciertas figuras políticas.
Los candidatos que han sido elegidos, tradicionalmente ofrecen más de lo que son capaces de rendir y asumen roles o representaciones para los que no están preparados demostrando la audacia de quienes nada saben y nada temen.
La acción política esencia un compromiso viable, todos los políticos confían en el apoyo de sus coidearios y en el funcionamiento de la maquinaria electoral que obliga a cumplir con los compromisos adquiridos, un voto puede reflejar simplemente un favor otorgado, una obligación cumplida o el acuerdo para un apoyo futuro que haga creer que el poder se encuentra en “buenas manos”, que la ineficiencia, la corrupción está en los neófitos que han trabajado con intensidad para obtener la elección de su candidato, solo que cuando este ha triunfado, comprueban que en poco o nada ha cambiado la realidad del país.
El conocimiento de las propias maniobras electorales obligan al político a mantener un estricto control de todas las instancias del poder, además de negar las faltas y errores cometidos para evitar ser el blanco de las “fuerzas conspiradoras”. ¿Será que existe influencia paranoide en la política ecuatoriana?, ante la falta de respuestas a las necesidades individuales y colectivas de la población hay que calificar a los propios coidearios de traidores y a los contradictores de ignorantes, así se justifica la intolerancia de quienes hacen uso y abuso del poder.