Creo que es hora de mirar el país con afecto y responsabilidad. Lo que viene sucediendo en todas las áreas del quehacer ciudadano: familia, política, economía, sociedad, seguridad, corrupción, cultura, violencia, etc., nos pone a pensar que estamos de bajada, pero de una bajada acelerada que en corto tiempo nos va a asimilar a algunos países que se encuentran al garete.
No sé qué ha pasado con el ecuatoriano; poseedor de un paraíso lleno de belleza, de oportunidades, pero cerrado al conocimiento de lo que junto puede lograr en beneficio común. Ahora se ha puesto de moda cerrar los ojos y olvidarse de los valores que nos transmitieron nuestros padres. Estar dispuesto con clara decisión, a las oportunidades que pueda ofrecer un cargo público o a la incursión oscura de seguidores políticos encaminados solo al lucro.
Da pena y temor de lo que conocemos y vemos todos los días. Acogidos siempre a los sentimientos de callar y bajar la cabeza -como nuestros ancestros- y permitir la acelerada continuidad de la quiebra ciudadana.
Es hora de estar más unidos para lograrlo, de pensar en lo que esperamos que encuentren nuestros hijos y nietos. Si no lo hacemos, aparte de nuestra mínima cultura, hallaremos, eso sí en seguimiento común, nuestra abundante cobardía.