La capital afligida del pasado, metrópoli reticente y ensimismada en la autodestrucción, decidida a seguir un camino que en esencia es el mismo al anatema del dictador del ático. En estas elecciones el país ha dado un giro al panorama político que se ha vivido en el último decenio; excepto su urbe principal. Añoranzas zalameras que demuestran que “La Carita de Dios” sigue encantada por el arte de escamotear que el socialismo del siglo XXI nos trajo. Lo único que queda para esta ciudad, último bastión importante del correísmo, es esperar una garúa de honestidad política; ya que estamos pasando por una sequía muy grave. Oh ciudad española en el ande, no te olvides de luchar, porque hay que dejar de un lado la lenidad que el pueblo pasa por alto y hacer el cambio profundo pero oportuno que Quito necesita, la urbe tiene la inconmensurable labor de dejar de lado el gamonalismo y poner una piedra para el proyecto de una población con consciencia política.