Se ha vuelto el tema de conversación más generalizado en este último tiempo, las obligaciones pendientes de pago por parte del Estado en favor del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), por el hecho de que los eventuales problemas financieros a futuro se conviertan en una verdadera bomba de tiempo para quienes no gozamos de más protección que la que brinda tal organismo.
Hoy se aduce, por ejemplo, que la deuda por servicios de salud prestados por el Instituto por la imposición de una Ley no puede ser pagada porque faltaría un reglamento que en siete años no ha podido expedírselo. Y, lo que es peor, que el IESS no necesita de subsidios porque sería autosuficiente, tanto que tendría casi
USD 12 000 millones para cubrir todas las pensiones. Pero parece olvidarse que tales recursos no solo deben cubrir las obligaciones presentes, sino también las obligaciones futuras.
Estas afirmaciones preocupan, pues no tienen ningún sustento técnico a igual que cuando la Asamblea Nacional obligó a incrementar las pensiones entre el 4 y el 16% o cuando se le impuso la obligación de otorgar gratuitamente servicios de salud a los hijos de los afiliados.
Algo más: comprendiendo la crítica situación financiera en que se encontraba el IESS, se incrementaron hace varios años los aportes, al disponerse que su cálculo debía hacerse no sobre el sueldo básico sino sobre la remuneración total, con lo cual los ingresos de la seguridad social virtualmente se triplicaron. De modo que pensar en sustituir el subsidio del Estado con un nuevo aumento de las contribuciones de los afiliados es, categóricamente, inaudito.
Por favor, antes de que se pongan en vigencia las reformas que se comentan, consulten a los expertos en estos temas y piensen, algún momento, en las personas de la tercera edad a quienes se nos mataría sin culpa alguna.