He escuchado con atención el pronunciamiento de uno de los candidatos, según el cual su posición será de no aceptar arbitrajes internacionales.
Esta posición fue uno de los caballos de batalla de una Presidencia del Ecuador, que durante una década gobernó a nuestro país, y que hoy auspicia la candidatura del candidato que enarbola la misma bandera en cuanto a contratos internacionales.
Enfocan esta posición como una demostración de soberanía.
Francamente causa sorpresa esta posición cuando en los contratos de pre venta petrolera a China, firmados durante la década del gobierno aludido, la dirimencia de las controversias, según comentarios de personas que los han leído, se las ubicaba en países diferentes al Ecuador: ¿no es esta la misma figura que el arbitraje internacional?
Sería bueno que se hagan públicos estos contratos, firmados a espaldas del pueblo ecuatoriano, para leer con detenimiento todas las cláusulas, especialmente aquellas de imposición de secretismo, de los sitios donde se ventilarán las controversias, a ver si hubo allí esos pujos de soberanía.
El mismo hecho de que se mantengan en secreto contratos que comprometen el futuro de un país, es un mal síntoma, pues los pagos que recibe un gobierno por un recurso natural o los compromisos que involucran un Estado, jamás deben ser secretos para el pueblo que es el que finalmente paga.
Es una verdadera traición a la patria el sostener una posición de falsa dignidad, cuando sus actos indican lo contrario.