A propósito de "Guerra de Estatuas" (Publicado en El Comercio por Milton Luna T.)
Milton Luna tiene razón al referirse al retorno de los conflictos contenidos al disolverse la bruma de la pandemia. Probablemente la lógica histórica acompañe a la definición de un Estado excluyente y racista como producto de la colonización española. No obstante, don Milton relega que esos son sucesos del siglo XIX. Como pueblo y nación hemos tenido 190 años para reconfigurar al Estado y reconstruir una identidad justa, inclusiva y digna. Permítame disentir sobre su afirmación que hasta el 2020, los indígenas, son los más desfavorecidos de todas las políticas públicas. La Constitución vigente incorpora 21 derechos colectivos, además de incluir de manera transversal principios de igualdad y no discriminación. Ecuador ha logrado universalizar la tasa de educación general básica para los Pueblos Indígenas, con currículos nacionales con pertinencia cultural y lingüística, además existe el préstamo al Banco Mundial para el proyecto de inversión para la mitigación del riesgo y la recuperación ante emergencias en Ecuador, que busca entre otros objetivos, la inclusión de un bono de protección familiar de emergencia por el covid-19, y que gracias al marco de Planificación para pueblos indígenas (MPPI), en gran proporción tiene como beneficiarios justamente a población indígena. Sin embargo, por compromiso con la justicia, debemos recordar que los pueblos indígenas también son actores claves en el fortalecimiento de las democracias, la integridad territorial y en la generación de alternativas de desarrollo inclusivas (todas las culturas). Que en el Ecuador existen otras etnias, que sufren pobreza y discriminación. La práctica de la justicia y el respeto al prójimo es el único antídoto a vuestra premonición de que la guerra social asoma en el horizonte, por algo Nelson Mandela sostenía que los pueblos alzados en armas jamás alcanzarán la prosperidad.