Trabajo en un proyecto que apoya al sector de la promoción de la salud en una zona afroecuatoriana lejana. En los últimos días, el personal de salud ya no solo se ocupa de brindar atención médica sino en censar a toda embarazada para el plan Desnutrición Cero, del Señor Presidente, en el cual
-si bien tengo entendido- se otorgarán bonos económicos para promocionar el uso de los servicios prenatales.
Dos aspectos técnicos se analizan en los proyectos de salud: La durabilidad que las acciones establecidas puedan tener luego de la finalización del apoyo
y los efectos colaterales negativos que las inteligentes propuestas de acción podrían ocasionar en el contexto.
¿Quién dará sostenibilidad a las dádivas otorgadas a las pacientes embarazadas, luego que el Gobierno finalice este proyecto, cuando la población haya establecido el hábito de relacionar hijos con bonos? Y segundo, ¿quién puede asegurar que este bono no estimule la tasa de natalidad en un mundo finito en recursos? ¿Acaso no serán justamente los más pobres los tentados por este plan?
Como ciudadano, considero que la responsabilidad de la opinión es un deber. En todo dirigente planificador debe formarse un estadista que, respetando la salud del prójimo, decida con lucidez.