Los usuarios frecuentes de la nueva red vial del país podemos dar fe de las bondades de las nuevas obras, hormigón, cunetas, puentes, bordillos en los sitios poblados, circunvalaciones y una señalización magnífica, esta se aprecia mejor en la noche gracias a la extraordinaria luminiscencia. Del mismo modo contrasta el abandono de su mantenimiento. Para ejemplo, la vía Santo Domingo – Chone adolece de un grave deterioro en no menos de 20 lugares diferentes en menos de un año de inaugurada. Sea por inestabilidad de suelo o fallas de diseño, nada excusa que esta obra de tan alto costo haya sido abandonada por los contratistas y por el Ministerio del ramo. ¿Existen garantías de buen funcionamiento de obra terminada? ¿Quién controla la vegetación que invade la vía? ¿La construcción incluía un período de mantenimiento? ¿A quién se le debe reclamar para que las ‘obras’ no sean puro espejismo. Si no se puede mantener la obra terminada, no tiene sentido seguir construyendo carreteras. Esto es el síndrome del gobierno millonario.