¿Han observado junto a las montañas y ese hermoso cielo azul de Quito, una masa grisácea que cubre la ciudad? Esta es contaminación formada por el esmog de los automóviles y buses que circulan por Quito. Contiene partículas químicas y de hollín capaces de quedarse en nuestros pulmones y de crearnos cáncer.
Las autoridades municipales monitorean el estado del aire a diario y saben los niveles de contaminación al que estamos expuestos. Sin embargo, con nuestra salud en riesgo, tenemos la construcción de bulevares de millones de dólares que provienen de nuestros impuestos y al lado nos encontramos a una ‘Ecovía’ de buses que emiten esmog y buses de las cooperativas que nos ahogan.
Es nuestro deber exigir un aire limpio y un espacio saludable y seguro para vivir. No esperemos a salir con máscaras de esmog como lo hacían en Santiago de Chile. Si el Municipio no da prioridad a nuestra salud, démosla nosotros; solo nuestra fuerza podrá llamar a la conciencia de las autoridades.