Nos acercamos a Navidad, el nacimiento del hijo de Dios, posiblemente la celebración más grande del planeta. El acontecimiento trae una manifestación espiritual y sentimental que nos conmueve íntimamente, en la familia y la comunidad. Es algo personal que tanto nos alegra como trae altas cuotas de nostalgia y tristeza, de felicidad y depresión.
¿Por qué?, pues llevamos en la mente tantas cosas desconocidas, imposibles de comprender, que atravesamos la vida aceptando los hechos que no entendemos como consecuencia de nuestras limitaciones. Por ejemplo: ¿por qué una solemnidad que debemos celebrar con humildad, meditación, aroma espiritual, la hemos transformado en algo tan material? La sociedad de consumo ganó con largueza la esencia de la Navidad.
De hecho los índices de consumo en el mundo señalan al mes de diciembre como el de más alto índice de venta en el año. Pero eso no es todo, en otra parte más negativa, la soledad, la depresión, el suicidio aumentan considerablemente sus cuotas estadísticas.