Un adagio popular que calza muy bien sobre la realidad que vive Venezuela. Ante los ojos del mundo, la autoridad electoral declaró ganador de las cuestionadas elecciones a Nicolás Maduro. Hay una serie de preguntas sin respuesta sobre estos comicios electorales; por ejemplo las actas con votos para Capriles encontradas en terrenos baldíos de diversas ciudades, las irregularidades en los colegios electorales, los impedimentos para que observadores del proceso electoral cumplan con su trabajo. Existen indicios de que se cometió fraude en las elecciones presidenciales y lo más grave es que jefes de Estado, al parecer desubicados sin evaluar las implicaciones de sus actos felicitan a Nicolás Maduro por su “triunfo” y catalogan todas las acciones que pretenden aclarar este oscuro proceso, como “golpe de Estado”. Causa indignación que se utilice a la población para legitimar un proceso electoral viciado y nulo a causa de la parcialidad de las autoridades electorales, pero más decepción causa el llamado de atención de ciertas autoridades de Venezuela que condenaron el hecho de que un grupo de votantes que anteriormente sufragaron por Chávez hoy lo hacían por Capriles. El gobierno de Nicolás Maduro tiene sobre sí varios cuestionamientos, lo que mal empieza mal termina, cuáles serán las directrices del actual Gobierno y del continente donde a causa de las ideologías se desconoce el bien y el mal.