Me fui a donde mi contadora para que me ayude con una declaración de impuestos y me cuenta que hace unos días entró en su negocio un joven blanco, de unos 25 años, con pelo rizado y que fingía ser mudo ya que llevaba unas hojas para entregar, esto le sirve para distraer al cliente ya que se lleva el teléfono celular sin que la víctima se dé cuenta. Me causó asombro porque hace tres meses, en el edificio donde tengo mi oficina, a un abogado vecino le pasó lo mismo y eso que le dio unas monedas. Este joven se lleva los teléfonos celulares y los desconecta inmediatamente para que no lo rastreen, ya que de mudo no tiene nada. Eso de balbucear frases que no se entienden es solo parte de su rutina y sus clientes al ver que no van a sacar nada denunciando no acuden a la policía judicial a presentar su reclamo.
Vicente Cabezas