Ha sido motivo de inmensa satisfacción, de gran orgullo y de profunda admiración y gratitud, el trabajo desempeñado por los pilotos de helicópteros y su tripulación y la del cuerpo de bomberos, que unidos hicieron una sola fuerza para apagar los tremendos incendios, que azotaron nuestra capital desde el domingo 23 de septiembre y que concluyeron después de cuatro interminables días.
Cómo es de extraordinario un determinado trabajo en el que intervienen los cinco sentidos, sin que falle ninguno. Cómo el miedo, tan humano queda a un lado para cumplir con el deber que la vida nos impone.
Es admirable el valor de los pilotos, que suben a su helicóptero y empujan su comando, serenos, tranquilos, seguros, los aviadores no tienen derecho a sentir miedo solo cumplen su deber, en una de las más nobles de las profesiones. Remigio Romero y Cordero en su precioso poema Epopeya de las Alas dice… “hacer en tres minutos la partida y enfrentar el gran reto con la muerte…. elévate aviador, no tengas miedo, si la máquina falla has librado en el aire la última batalla a la vista del cielo y de los vientos…”, eso es lo que han hecho nuestros pilotos todos estos días.
Por otro lado, qué seguridad nos han dado el Cuerpo de Bomberos que enfrenta semejante peligro cuerpo a cuerpo, con entrega total, con que valentía, fatigados y cansados, sin dormir ni comer, pero siguen adelante con una energía que no se agota, con un valor digno de héroes hasta terminar su misión.
Estos ejemplos nos llenan de orgullo, de tranquilidad, nos dan paz y seguridad, no estamos abandonados, estamos protegidos, somos una sola fuerza. Nuestras felicitaciones más sinceras, y nuestro eterno agradecimiento.