Hace muchos años se podía divisar un mar turquesa y disfrutar una relativa calma. Ahora hay vendedores ambulantes, comida y servicios caros, y decenas de covachas reventando con el último ‘hit’ reggaetonero. Son nuestras playas, las que el Ministerio de Turismo promociona tan creativamente con sus ballenas. Pero no se dice la verdad, que son mercados con vista al mar, con autos parqueados encima de las veredas, comercio informal y en donde ni siquiera hay un baño público, peor basureros. El mejor ejemplo es Atacames, playa que alguna vez fue un destino obligatorio, hoy es una tienda-discoteca insalubre, ruidosa y peligrosa. Ya lo era Jambelí en El Oro, y en ese camino van Tonsupa en Esmeraldas, Canoa en Manabí y Montañita en Guayas. ¿Se habrán preguntado los pobladores de Atacames, por qué ha bajado el turismo? Así como costó mucho ordenar el Centro Histórico en Quito, de la misma manera las autoridades de turismo deberían ordenar las playas , el comercio, la seguridad, el tráfico, la limpieza. Espero que cambie la situación.