Hace poco leí una obra cuya vigencia a pesar de que fue escrita hace una centuria, llamó mi atención de forma extraordinaria, me refiero por supuesto a aquella que lleva por título “El hombre mediocre” de José Ingenieros , en esta obra se aborda un capítulo, La mediocracia; desconozco si este término ya se utilizaría antes de 1913, para afirmar con exactitud si proviene de forma originaria de su autor; esto no tiene desde mi punto de vista mayor trascendencia, lo que sí la ostenta, son párrafos que transcribo: -Cuando las naciones dan en bajíos. Alguna facción se apodera del engranaje constituido o reformado por hombres geniales. Florecen legisladores, pululan archivistas, cuéntanse los funcionarios por legiones, las leyes se multiplican, sin reforzar por ello su eficacia. Las ciencias conviértense en mecanismos oficiales, en institutos y academias donde jamás brota el genio y al talento mismo se le impide que brille.
Me di cuenta que si de funcionarios públicos se trata deben contarse por legiones, si a leyes se refiere, las nuestras salen del horno de la Asamblea con la rapidez e inexactitud con que el gobernante las ordena y si de ciencias se trata basta con recurrir a un libro, de los otorgados por el Ministerio de Educación para constatar que todo el texto se refiere a la “grandiosa Constitución”, me pregunto si lo grandiosa de ésta se encuentra en la inaplicabilidad intrínseca o ¿será acaso por la grandiosa fórmula de darnos todo, para en la realidad dejarnos sin nada? Espero que cualquier parecido con la realidad sea pura coincidencia, juzgue usted. No puedo finalizar, sin recurrir a Ingenieros, que señaló: “La mediocracia es una confabulación de ceros contra las unidades. Cien políticos torpes juntos, no valen un estadista genial”.