Con relación a la noticia titulada “Los seis pecados más comunes en el sistema municipal de transporte” publicada por diario EL COMERCIO el 15 de enero y que generó a su vez el Editorial “La ‘viveza criolla’ afecta al sistema de transporte” entregado por el mismo medio el 18 de enero, resulta ineludible evocar algunas ideas y conceptos esbozados por el expresidente, Dr. Oswaldo Hurtado Larrea, en su obra “Las costumbres de los ecuatorianos”, que constan dentro del sub capítulo “Influencia de los valores tradicionales” (pp 150), en cuyo contenido se hace referencia a algún caso de nuestra picardía ecuatoriana, cercano a la cultura de la ilegalidad, en el pasado siglo.
Lo que ahora sucede en el transporte municipal quiteño, en el cual son actores algunos usuarios, que sin principios éticos y con notoria falta de valores morales, hacen uso de artimañas y males artes para pasarse de vivos conforme lo relatan la noticia y el Editorial; es un mal atávico de los ecuatorianos, originado quizá desde los orígenes de la República o a lo mejor desde la Colonia.
No podemos esperar otra reacción de una ciudadanía, insisto sin valores ni principios, que ha visto pasar durante varias generaciones, escándalos y bochornos de algunos de los actores políticos que detentaron y ejercieron el poder en distintos niveles en determinadas épocas. Si mucha gente actualmente acepta como normales los actos de corrupción que se perpetraron durante la década pasada, entonces para estas personas es también natural que a su nivel hagan lo que hacen en el transporte público. Y me imagino que esta viveza criolla estará activa y latente en todo aquello que signifique manejo de dineros y la forma de cómo beneficiarse ilícitamente.
Es indudable que el correato influenció negativamente en esto. Claro, como alguna vez escribió el señor Macario Stefano Rosanía Larrea en la carta dirigida al medio “Obligados a recordar”, es verdad que ya no recordamos los escándalos suscitados en ese nefasto período, inaugurado con los “pativideos” hasta lo último conocido del “arroz verde”. Pero parece que la “viveza criolla” los tiene muy presentes como ejemplo de conducta y actitudes.
El Dr. Hurtado, en la obra citada, señala lo siguiente: “¿Y quién tiene por malo robar al Estado?”, inquirió Belisario Quevedo y Alfredo Espinoza sentenció: ‘si el pueblo está acostumbrado a considerar a los administradores de fondos públicos, como a defraudadores, estos parece que creyeran que están obligados a justificar la creencia popular’”.
Definitivamente, los políticos y autoridades deshonestas, han presentado y proyectado una imagen que lamentablemente ha incidido en el comportamiento antisocial y cuasi delictivo de algunos ciudadanos. Se lo entiende y explica, pero no lo justifica.