La ausencia permanente de un valor ligado a nosotros por afinidad nos afecta con la intensidad con la que supimos usarlo y la desaparición paulatina de la ética en la política es un ejemplo. Ese proceso de deterioro de los valores éticos nos lleva a un lamentable estado de orfandad política que confunde a muchos en los caminos que se ha escogido para su personal realización en ese campo. Desgarrar las vestiduras con el ánimo de pedir comprensión ante esas actitudes no cambia la esencia de la equivocación debido a que afecta o afectó al entorno donde viven otras personas. La permanente afición de saltarse los valores éticos en la política ha llevado al abismo a muchos países que luego de años han podido escalar los riscos dejados y no es justo que ese trabajo lo hagan solo los afectados actuales o sus hijos. Y entonces no se trata de revanchas personales sino de reclamos permanentes ante esas fórmulas de auparse.
Durante 10 años se olvidaron de la ética política y no me refiero solo a los que nos gobernaban, también está incluida la oposición si es que la hubo y aquellos que sin importarles lo que acontecía se aprovechaban y ese olvido afectó ese valor necesario en la vida común y en la política activa que parecería que hemos quedado en una orfandad clarísima.
El miedo y el recelo fueron actitudes permanentes y esas maneras de esconderse de la realidad de parte de los partidos sin gobierno y los que participaron con la intensidad a la que les convenía asistían al estado moribundo de ese valor. Apremia que con valentía recuperemos la ética.