Julio César Trujillo, el ecuatoriano que ofrendó su tranquilidad, sus conocimientos y su vida para reconstruir el país, luego de que fuese devastado por la década de la opresión, la corrupción, el retroceso y el desfalco.
Hombre de letras y de la Academia, que orientó a la ciudadanía y a los medios de comunicación sobre los diversos procesos de gobernabilidad.
Su actividad se centró en el derecho laboral. Desde el 2015 presidió la Comisión Nacional Anticorrupción, entidad que tuvo grandes tareas pues desde el año 2008 Ecuador vivió la decadencia moral con centenares de escándalos de corrupción que pretendieron ser considerados “cortesías”.
El 28 de febrero de 2018 el doctor Trujillo fue designado Presidente del Consejo de Transición, cargo que le permitió purgar al sector público, de aquellos elementos dañinos que pretendían seguir con las malas prácticas de la década anterior.
El Ecuador debe despedirlo y recordarlo como un héroe que devolvió la confianza en la justicia, así como la institucionalidad a la Nación.
Sembró procesos legales que deberán continuar y concluir en condena, de ese modo se honrará su memoria.
Su gestión le valió ataques delincuenciales de aquellas personas que perdieron sus privilegios y que serán recordados por la historia como los cómplices del corrupto, ya sea por ser su brazo de ataque o su prensa oficial.