Es justo honrar la memoria de Juan Larrea Holguín con una gran estatua ubicada en Guayaquil, donde trabajó al servicio de la comunidad como Arzobispo durante los últimos años de su vida y como jurista sabio y hombre de Dios. Gracias a la Municipalidad, con Jaime Nebot, y a monseñor Antonio Arregui esta es una realidad.
Él enseñó el espíritu de las leyes, el profundo significado de la justicia basada en la dignidad humana. Por el conocimiento de las leyes, obligaciones y deberes, ordenanzas y mandamientos humanos y divinos entendemos los principios éticos y morales.
Pero es realmente con el ejemplo como aprendemos de valores y principios. En la familia, en el trabajo, con amigos, con quienes nos encontramos en la calle día a día es cuando asimilamos y ponemos a prueba y en práctica los valores. Juan Larrea, impulsado por su búsqueda constante de única verdad y la justicia, nos deja un legado de valores humanos y divinos que enriquecen a la sociedad.