Maradona, el otrora astro mundial del fútbol, ha mutado en actor de bufonadas para -supuestamente- entretener a los tiranos de la región y a los sumisos aplaudidores: lo hizo para Fidel, Chávez, Ortega, y, actualmente, para Maduro, quienes en conjunto representan la antítesis de la evolución normal de los pueblos.
Casualmente, la Canciller ecuatoriana, apoya a los “gobernantes” mencionados. Desarrolla una agenda “paralela” a los intereses de la comunidad que no se siente por ella representada, desplazándose por diferentes países (con gastos pagados de nuestro erario nacional) para promocionar su candidatura a la ONU, Organismo que Correa -su anterior jefe- soñaba con desaparecerlo. Por lo dicho, su actuación no luce coherente, y se agrava más aún con su último viaje a Rusia, que, según ella, era para revisar la cooperación en los ámbitos económico-comercial, misión que parecería corresponderle al ministro del ramo, que sí lo hay; por lo cual, surge la sospecha de que el trasfondo de su presencia, es el tema de su “compatriota” Assange –el hacker protegido-, devenido en delicadísimo asunto diplomático en la relación, especialmente, entre el país visitado y EE.UU., este último, nuestro principal socio comercial.
Mientras tanto, los que vivimos la realidad de nuestro país, observamos preocupados que el despilfarro no ha cesado como debería, que no se aplican medidas contundentes para disminuir el gasto público y que no hay señales que indiquen una mejoría económica. Y, por el lado de la cúpula gobiernista, no salen los responsables del desastre ni entran todos los que podrían aportar soluciones.