El año 2012, la Refinería de Esmeraldas deberá parar su producción a fin de permitir la instalación de la nueva unidad “side by side” de FCC y su correspondiente regenerador. En dicho ínterin –de 6 ó 7 meses– el Estado tendrá que importar la cantidad equivalente de combustibles para atender la creciente demanda. El consuelo es que unos 100 000 barriles diarios de petróleo quedarían disponibles para exportar a precios internacionales. Si consideramos un precio estimado de USD 90 por barril habría
un ingreso adicional de USD 9 millones diarios, es decir, unos 270 millones al mes. Hagamos un sencillo análisis: un barril de petróleo crudo tiene 42 galones; esto significa que un galón de petróleo cuesta USD 2,14. Según datos de este Diario, en el año 2010 se importó diésel para las plantas térmicas a un promedio de USD 2,30 por galón. Esto significa que la diferencia en costos de refinación y transporte fue de USD 0,16.
Aunque parezca increíble, la Refinería de Esmeraldas nunca ha tenido contabilidad, pero aun con este ‘handicap’ se puede establecer que dicha instalación siempre trabajó a pérdida, como alguna vez afirmaron en el Banco Central.
En realidad, el problema no es tanto la importación CIF o la producción nacional, ex fábrica, con costos más altos, sino la política de “subsidios” (léase la diferencia con los precios
internacionales para el público) y el contrabando como efecto colateral.
Todo esto conforma una vasta red de corrupción que no cesará mientras no se cambie la
matriz energética. El mayor subsidio es a nuestra propia refinación.