En un programa de televisión que se transmite los domingos, a propósito de la “hoguera bárbara”, que jamás debió darse en nuestra historia nacional, escuché a uno de los participantes, que se autocalifica como historiador, olvidándose que la historia no es otra cosa que la narración de los acontecimientos relatados con total imparcialidad, decía que la obra más importante de Alfaro fue la construcción del ferrocarril que unía las poblaciones de la Costa con las de la Sierra, minimizando y omitiendo la verdad de que el genuino precursor de tan gigantesca obra que la culmino nuestro Viejo Luchador, fue Gabriel García Moreno, quien además fue el que entregó en un acto auténticamente democrático al pueblo el poder de elegir en la urnas al Presidente de la República. Si somos aprendices de la historia nacional, pues aprendámosla bien y la narremos sin sectarismos ni de izquierda ni de derecha, refiriendo las cosas tal como se dieron en el pasado. Se dijo también, confundiendo las épocas y los tiempos, que el mejor Presidente de los ecuatorianos, nuestro Eloy Alfaro, era el continuador de la obra independentista del enorme Simón Bolívar; yo me pregunto, si en la misma época hubieran vivido Bolívar y Alfaro, ¿acaso no hubiesen sido rivales políticos y se hubiesen enfrentado por sus propios ideales? No por intereses políticos deformemos y confundamos la historia. El verdadero historiador es el erudito imparcial que refiere los acontecimientos no desde sus puntos de vista ideológicos, sino desde la realidad de los hechos. No deformemos la historia patria, por meros intereses políticos y peor electorales.