Los absurdos se replican cotidianamente en nuestro país, a tal grado que muchos lo han calificado como “Absurdistán”, por la falta de lógica en las acciones y decisiones del poder absoluto, el mismo que, por su naturaleza impredecible, coyuntural y clientelar, coloca el absurdo en la mesa de las grandes decisiones y lo eleva a la categoría de acción de gobierno.
En este marco, el caudillo de “Absurdistán” ha desafiado a trompadas a un legislador por sus acciones opositoras, sin tomar en cuenta la majestad de su cargo, ni la legislación vigente, pues bien podría hacer que el mentado legislador sea acusado de intento de magnicidio. La próxima vez que el caudillo-presidente rete a un duelo de trompadas a cualquier ciudadano, debe previamente renunciar con valentía a su función; pues, debe saber que el art. 341 del COIP penaliza con prisión de 10 a 13 años el intento de magnicidio y, por tanto, podría estar poniendo en riesgo la libertad del retado. La valentía de un líder no radica en los calificativos de cobardía contra el rival. Si quiere dar una lección de valentía y quiere retar a un ciudadano a definir con manos o pies un conflicto, debe demostrar la suficiente y ejemplar valentía, renunciando al cargo, para enfrentarse como simple ciudadano, de igual a igual. De no ser así, estamos ante una comedia más de las típicas de “Absurdistán”.