Los políticos corruptos e ineptos de antaño eran repudiados. Despectivamente se los llamaba ‘kikuyos’ o ‘librescos’. Por su juventud no se les tenía confianza. Sin experiencia, incapaces de ocupar un Ministerio, etc., etc.
Hoy están demostrando que con honestidad y amor a la patria, cultivando el talento, ostentando un título académico, más un PhD y maestría, tienen la imaginación y la energía para gobernar. Sus promesas de campañas, como por arte de magia se vuelven realidad.
Son obras magnas: hidroeléctricas, vías públicas, aeropuertos, puentes, colegios del milenio, hospitales, reclusorios, cocinas de inducción, universidades, miles de obras e inicio del cambio de la Matriz Productiva, etc., etc.
A mis 79 años, en el ocaso de mi vida, me siento muy orgulloso de ser ecuatoriano, de ver que estas nuevas generaciones de jóvenes tienen talento, mucho talento para gobernar.
Gracias, presidente Rafael Correa; gracias, vicepresidente Jorge Glas; gracias, asambleístas y ministros por su sacrificios y noches de insomnios, para crear una nueva patria, digna, altiva y soberana.