En mi repaso diario de prensa ecuatoriana, con el fin de seguir unido al pueblo del Ecuador, quien me acogió durante una década, con muchos deseos, a la hora abrir esa ventana tan distinta y tan distante desde esta parte de Europa, pero cercana, por lo mucho que significaron mis años de servicio misionero en el país andino, país y pobladores, que marcaron sin lugar a dudas, un antes y un después, en la vida de este humilde servidor.
Pues bien, uno de esos momentos, marcados por la esperanza, una esperanza en el despertar de este gran pueblo, el Ecuador, en plena transición política, tras las pasadas elecciones presidenciales, y el pulso tiránico que se mantiene desde hace más de un año contra la pandemia de la covid 19, y un sin fin de incógnitas, que sólo el tiempo nos dará algunas de las respuestas más deseadas, por los que amamos al Ecuador.
A parte de estos deseos, leo desde hace algunas semanas, unas acusaciones, graves, y desmedidas, en mi humilde opinión, contra la persona, de Mons. Julio Parrilla, obispo de Riobamba, permítanme decir, que todas esas acusaciones, me cuesta muchísimo creerlas, por el contenido de las mismas, cargadas, no se…, de un contenido lleno de toxicidad, de odio, de venganza, de arrebatos, de pataleos, de un sin fin de adjetivos, por parte de los que alzaron la voz, con el fin de descalificar a una persona, como Mons. Julio, acusando de cosas terribles, que en principio, no irían más allá, de dividir a la iglesia de Riobamba. No se cual será la intención de esta persona, o personas a la hora de soltar tanto mal, por la boca, y perdonen ,pero Mons.
Julio, persona de un impecable, trabajo pastoral, por más de 30 años en el país andino del Ecuador, en favor de los más desfavorecidos, de los olvidados y de los perseguidos, en definitiva, de los preferidos de Dios, tengo que añadir, que Mons. Julio, o Julio como le llame siempre, es un gran amigo, a quien tuve la suerte de conocer, durante mis primeros pasos de andadura misionera, en el Ecuador, más tarde, durante los cursos de la pastoral social de Caritas del Ecuador, o en la Escuela de Edifica, de la Conferencia Episcopal Ecuatoriana, donde acudí, como alumno de Mons.
Julio, durante algunos años, nuestra amistad, durante los cursos, y las tertulias en los recesos de los mismos, dejó claro dos cosas, la primera, Mons. Julio Parrilla Díaz, es un amigo, y un servidor, con mayúsculas, de los pobres, de trayectoria intachable, me niego a seguir leyendo este linchamiento en contra de su persona, me niego a que sigan dando cobertura a este absurdo de difamar, hacerlo de forma desmesurada, y no mucho menos cruel, me niego a que se sigan contando tantas mentiras, porque estoy en mi derecho de decir que lo son, y me da rabia, que este ensañamiento, siga tomando forma, soy una persona humilde, solo un a persona que siente lastima, por los que hablan así de personas honestas, personas de bagaje intachable, habrá personas que le conocen mejor, y con una voz muchísimo más autorizada que la mía, pero solo escribo con el fin de poner fin a esta absurda persecución contra mi amigo Julito, al que deseo una pronta recuperación de su salud, y al que veré, no se cuando, pero veré, y con un fuerte abrazo, le transmitiré mi solidaridad, mi amistad, y todo mi aprecio, le seguiré leyendo en este medio, todos los domingos, en su columna enriquecedora, sanadora, y por su puesto esperanzadora, no ha sido una casualidad que haya elegido este medio, para pedir paz en la persona de Julio, y en la iglesia de Riobamba, y ellos, a los que difaman, que vayan haciendo su examen de conciencia, y que tiren la primera piedra, si es que no tienen pecado alguno.
Gracias, Mons. Julio Parrilla Díaz, por tu amistad y tu amor infinito a Dios y a todos tus semejantes, no me cabe ninguna duda que eres un verdadero ejemplo del auténtico servidor de la mies. Buenas tardes Ecuador.