Permítame felicitar al Dr. Manuel Terán por su excelente artículo ‘Segunda Vuelta’, que analiza con mucha objetividad el dilema político que vive el Ecuador frente a la próxima definición presidencial y el oportuno ejemplo que el columnista trae a colación recordando la valiente decisión de la izquierda peruana de apoyar al Presidente Kuczynski en la segunda vuelta peruana ante la amenaza del retomo populista y represor de Fujimori. Ese ejemplo de madurez política no ha sido imitado por la ID. Su Consejo Ejecutivo Nacional acaba de adoptar la salomónica resolución de dejar en libertad a su militancia, lo cual equivale a auspiciar por igual a los finalistas Moreno y Lasso. Esa cómoda fórmula adoptada por la ID trata de salvar responsabilidades a pesar de que su resurrección política entusiasmó a mucha gente. Empero, en esta coyuntura la cúpula de la ID ha preferido sacar el cuerpo, buscando quedar bien con ambos finalistas.
La segunda vuelta electoral es otra elección, con otras características. Mientras el correísmo quiere aferrarse al poder total, la oposición se está uniendo para impedirlo. Ya Lasso mostró tener la habilidad para ampliar su plataforma electoral en primera vuelta incorporando dentro de CREO y de Compromiso Ecuador otros movimientos como SUMA, Juntos Podemos, SIARI y otros pequeños grupos territoriales de variada diversidad. Y ahora para esta segunda vuelta Lasso ya suma importantes apoyos como el PSC, Dalo Bucaram, Ecuarunari, CONAIE, PSP, Unidad Popular, entre otras. Por su lado, Lenín Moreno ha logrado el apoyo de Iván Espinel así como del PCMLE (comunismo criollo), del movimiento AVC y otros grupos radicales de izquierda, buscando ampliar su base electoral.
Si la posición busca derrotar al correísmo, el pronunciamiento de la ID no ayuda. Al parecer, han pesado más factores ideológicos, quizá regionales y talvez resentimientos personales (públicamente acusan a Andrés Páez ex ID de divisionista), antes que el interés nacional. Una lástima la indefinición de la ID que choca frente a la tolerancia, honestidad y altura de miras que otrora la caracterizaron en el ejercicio del poder público, sea nacional o regional.