El IESS de todos los afiliados avanza en política, pero en atención a los usuarios como la tortuga. Tanta propaganda para nada; se dan casos reales como el nuestro (mi esposa y yo). Somos de la tercera edad, 71 y 75, respectivamente y tenemos prescripción médica, medicamentos a tomar de por vida. Hace un poco más de tres meses se nos proporcionó en el Dispensario Médico de Cotocollao (Quito) medicación para tres meses, pero sólo la mitad de lo recetado, por no existir en bodegas del IESS. Además y lo peor: hace días atrás, 18 de enero, llamo al ‘call center’ (obligado), para obtener cita con un médico general para que nos autoricen la entrega de una nueva remesa de medicamentos, ya que se nos terminaba el 23 de este mes. Cuál mi sorpresa que se me indica que lo más pronto en ser atendido sería el 23 de febrero, es decir, cuando ya hayamos fallecido, como le dije a la señorita que me atendió. No hubo poder humano para hacerle entender de la urgencia de recibir la medicación, pero todo fue en vano. Se me sugiere que vaya el lunes 21 al Dispensario médico El Batán y hable con el médico NN, quien en forma grosera me increpó por no estar en la lista recibida en el ‘call center’.
Con santa paciencia esperé dos días y me dije: “Ojalá me atienda algún empleado racional”; así fue, un joven muy gentil buscó la mejor forma de solucionar nuestro problema y, aunque con unos días de retraso, seré atendido en la Clínica El Batán el 6 de febrero. Ojalá se nos pueda proporcionar todos los medicamentos, seis para mi señora y cinco para mi persona y se nos entregue para los tres meses siguientes.